El Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara continua la valoración de su colección permanente y la de los artistas Jaliscienses que la han enriquecido.
En el tránsito entre lo sagrado y lo profano, entre lo aéreo y lo acuático, entre Siberia y el Muro de los Lamentos, en ese punto se encuentra Carlos Vargas Pons, artista tapatío en quien la influencia de sus pasiones deriva en series pictóricas ―de laborioso oficio y genuina calidad― que conjuntan sus sueños, sus preocupaciones y sus convicciones bajo la armónica sincronía de ambientes presuntamente incompatibles.
Los motivos que lo inspiran y que declaran su afición por la arquitectura, su fascinación por los libros, su admiración por la vida de algunos santos, su premonitoria inquietud por las consecuencias del cambio climático y su experimentación con el movimiento de los deportistas se presentan en cinco núcleos temáticos que, ligados por un hilo conductor muy fino, invitan a los asistentes a sumarse al homenaje que, con sus obras, este creador rinde a los grandes maestros ―tanto del pasado como contemporáneos― mediante la reinterpretación de sus composiciones más emblemáticas.
Distintas obras de este artista forman parte de la colección permanente del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, es por eso que con esto, el museo pretende darse a la tarea de difundir y proyectar a los talentos tapatíos como lo es Vargas Pons e Ismael Vargas que pronto llegará a las salas de nuestro inmueble. El equipo de investigación y curaduría del MUSA se ha encargado de indagar de manera puntual la trayectoria de este artista tapatío y se enorgullece de compartir su trabajo con el público en general.
