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Slipping Glimpsers de Gary Oldman y George Blacklock

Slipping Glimpsers

George Blacklock & Gary Oldman

El pintor George Blacklock y el cineasta y fotógrafo Gary Oldman han entablado un diálogo creativo durante los últimos veinticinco años, compartiendo sus respectivos viajes a través de la pintura, la actuación, dirección de cine y la fotografía; escudriñando en el trabajo de cada uno y alentando el desarrollo de nuevas ideas. Su obra se presentará en conjunto por primera vez en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.

A lo largo de este discurso, han emergido temas comunes: los dos artistas exploran el proceso creativo como misión para descubrir algo nunca antes visto, encontrado solamente a través del proceso de producción; ambos examinan el pasado a través del trabajo de otros artistas para determinar su posición como creadores.

El primer encuentro entre los dos artistas se llevó a cabo cuando Oldman preparaba un rol para la película Honest, Decent and True (1986) en donde las pinturas de Blacklock fueron usadas como utilería. Oldman visitó el estudio del artista para preparar el papel, poniéndose, tanto literal como metafóricamente, en los zapatos salpicados de pintura de Blacklock. Esta reunión inicial fue el comienzo de una importante amistad, basada en el descubrimiento de ideas comunes y mecanismos de creación entre la actuación y la pintura, y su compartida indagación por una elusiva, alquímica cualidad que ellos mutuamente definieron como “eso”.

Este estado fugitivo tiene sus precedentes en el destello referido por el pintor expresionista abstracto Willem de Kooning en una conversación inédita con sus amigos en 1959: “Cuando me estoy cayendo, estoy muy bien. Y cuando me estoy resbalando, digo, ‘Ey, esto es muy interesante’… De hecho, realmente me estoy resbalando la mayor parte del tiempo en ese destello. Es una sensación maravillosa, ahora me doy cuenta, resbalarse en este destello. Soy como un destello resbaloso.”

Blacklock y Oldman catalogan estos destellos como un acto de autorrealización, mientras exploran su valor dentro del entramado de su historia cultural. Blacklock ha explorado por muchos años los temas de predecesores creativos como Miguel Ángel, Picasso y Matisse. Describiendo este intercambio como “meterse en los zapatos de otro hombre”, Blacklock trabaja dentro de las restricciones de estructuras preexistentes descubriendo oportunidades para una mayor invención pictórica.

Al escoger una cámara Widelux F6B de lente móvil, Oldman utiliza la vista panorámica para capturar el campo de visión ininterrumpido. Sus imágenes ponen a la audiencia tan cerca de su enfoque como es posible, cubriendo la completa expansión del rango experiencial del ojo. Donde la obra abstracta de Blacklock niega acceso, la fotografía de Oldman demanda una total inmersión en la subjetividad del artista. Oldman insiste en que la audiencia es parte de la narración artística, exigiendo al mundo ver precisamente todo su punto de vista, una invitación que es tan iluminadora como desorientante.

Al representar papeles y rastrear los pasos de sus influencias culturales, Oldman y Blacklock abordan preguntas sobre la originalidad, la subjetividad y la colaboración.

Esta exhibición será una importante parada en sus viajes creativos, para extender la conversación con otros, y como ellos dicen: “para intercambiar historias con amigos; abastecerse de suministros y soporte para la próxima travesía; y poner en perspectiva los monstruos en nuestro camino.”

Slipping Glimpsers

George Blacklock & Gary Oldman

Painter George Blacklock, and filmmaker/photographer Gary Oldman have for the past twenty-five years engaged in a creative dialogue, sharing their respective journeys through painting, acting, filmmaking and photography; scrutinizing each other’s work and encouraging the development of new ideas. Their work will be presented together for the first time at the Museo De Las Artes, Universidad De Guadalajara.

Throughout this discourse, common themes have emerged: the two artists explore the creative process as a quest to discover something unseen, located only through the process of production; and both examine the past through the works of other artists to determine their own position as makers.

The first encounter between the two artists took place while Oldman was researching a role for the film Honest, Decent and True (1986) in which Blacklock’s paintings were used as props. Oldman visited the artist’s studio to prepare for the role, both literally and metaphorically stepping into his paint-splattered shoes. This initial meeting was the beginning of an important friendship, based on their discovery of common ideas and mechanics of making between acting and painting, and their shared search for an elusive, alchemical quality which they mutually defined as ‘it’.

This fugitive state has its precedent in the ‘glimpse’ referred to by the abstract expressionist painter Willem De Kooning in an unpublished conversation with friends in 1959: “When I’m falling, I am doing all right. And when I am slipping, I say, ‘Hey, this is very interesting’ . . . As a matter of fact, I’m really slipping most of the time into that glimpse. That is a wonderful sensation, I realize right now, to slip into this glimpse. I’m like a slipping glimpser.”

Blacklock and Oldman catalogue these glimpses as an act of self-realization, while exploring their currency within the framework of their cultural history. Blacklock has for many years explored the themes of creative predecessors such as Michelangelo, Picasso and Matisse. Describing this exchange as ‘stepping into another man’s shoes’, he works within the restrictions of pre-existing structures to discover opportunities for further pictorial invention.

Choosing a Swing-lens Widelux F6B, Oldman uses the panorama to capture the uninterrupted field of vision. His images place the audience as close to his own vision as possible, covering the full expanse of the eye’s experiential range. Where Blacklock’s abstract oeuvre denies accessibility, Oldman’s photography demands total immersion in the subjective persona of the artist. Oldman insists the audience is a part of the artistic narrative, demanding the world see precisely his whole point of view, an invitation that is as illuminating as it is disorienting.

By playing roles and retracing the steps of their cultural influences, both Oldman and Blacklock address questions about originality, subjectivity and collaboration.

The exhibition will be an important stopping off point in their creative journeys, to extend the conversation with others, and as they say: “to swap stories with friends; to collect supplies and support for the next trek; and to put into perspective the monsters in our path.”

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